Llega la última semana del curso y tengo la sensación del deber cumplido cuando los observo en clase realizando las distintas actividades y me acuerdo de cómo entramos todos y todas a clase. Fue muy duro para los alumnos y para mi.
No nos conocíamos y tenían mucha dependencia de los padres, pero ahora según suena el timbre y se abre la puerta, están todos corriendo a la fila, alegres, deseando contarme las novedades o enseñarme ese juguete, esa flor o ese coletero que traen en el pelo. Luego en clase ya se quitan solos las chamarras, las doblan " a su manera" y las meten en la mochila y enseguida todos a la asamblea a despertar el día y ver qué hacemos hoy.
Con el tiempo han ido aprendiendo las rutinas y han adquirido unas pautas de comportamiento, observación, atención y escucha, aplicación, trabajo individual, colectivo,... aparte de que ya expresan sus emociones, sentimientos y todo lo que aprenden en el día a día.
Ha sido un curso intenso, lleno de emociones, sorpresas y sobre todo de muchas vivencias.
Pero todo lo que se empieza se acaba y ahora toca una pausa para asimilar todo lo que hemos vivido y aprendido y en septiembre comenzaremos con la misma ilusión, energía y la seguridad de todos a enfrentarnos al nuevo reto, pero sabiendo que estamos todos juntos: padres, alumnos y maestra para seguir caminado y hacer de estos niños y niñas unos campeones.
¡Nos vemos en septiembre!
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