Escrito por Sandra y
Rodrigo Temas: Padres de
Familia, Personales
Hoy desperté pensando si era suficiente
el cariño que le demostraba a mi
hijo. Una de las expresiones más tiernas de ese cariño es el abrazo, así que traté de recordar cuando había sido la última vez que se lo había
dado.
La respuesta no me entristeció por el
tiempo que había pasado, sino porque había sido un abrazo apurado y mecánico, al dejarlo en el jardín.
No había recapacitado hasta hoy en la
expresión de su rostro luego del abrazo, desconcertado y devolviéndome la
mirada justo antes de desaparecer tras la puerta, cuando ya me iba. Era como si
algo faltara.
Entonces pensé sobre lo mucho que la
vida agitada de hoy nos separa de nuestros hijos, no tanto en distancias como
en compartir sentimientos.
Creemos reemplazar esa sensación
llamándolos a casa o a la tablet para mandarles besos volados a través de
la pantalla. Pero en el fondo sabemos que no es lo mismo; algo nos dice desde
dentro que a pesar de estar conectados, no nos compenetramos con ellos, con sus dudas, sus inseguridades, sus asombros o sus miedos.
Si quisiéramos mejorar en expresarles a
nuestros hijos nuestro cariño, antes que comprarle un móvil con más minutos
gratis, podríamos empezar mejorando en una de las maneras más hermosas de
mostrarle nuestro amor: el abrazo.
Manual del abrazo para padres
Con esta serie de instrucciones reaprenderemos paso a paso a regalar
abrazos memorables cada día, para que duren toda una vida:
1.
Agáchate y abrázalo con el corazón, no con las piernas.
2.
Si él te ofrece sus brazos, no le des a cambio unos golpecitos apurados en
la cabeza. Si estorba tu camino detente, el camino no se resentirá.
3.
Abraza a tu hijo y deja que te abrace. Déjalo que busque calor y cobijo,
que escuche tu respiración, que te presione y se arrope bajo tu abrigo.
4.
El abrazo debe durar lo que dura las ganas de tu hijo de mantenerse a tu
lado. No lo cortes.
5.
Recíbelo de rodillas, con los brazos extendidos, soltando maletines,
carteras, móviles, gafas y todo lo que impida una abrazo completo.
6.
Dalo donde estés. No hay lugar malo para un abrazo, por más angosto que te
parezca.
7.
Llama a tu hijo al abrazo, deja que te lo regale, que él también sienta que
lo necesitas. Dar es tan importante como recibir.
8.
No te limites a juntar tus brazos tras su espalda. Apachúrrralo. Acaríciale
la cabeza, deja que tu amor por tu hijo te inspire y fluya.
9.
Aprovecha el momento para hablarle, decirle lo orgulloso que estás de él,
lo mucho que le quieres, lo bueno, único y valioso que es. Y que no lo olvide
nunca. Siéntelo y disfrútalo como si fuera el último.
10.
Al terminar, observa a tu hijo. Sorbe la sonrisa de plenitud de su rostro y
déjala que toque tu alma, porque es de ahí de donde nació. Tu hijo es feliz.
Ahora, cada vez que dejes a tu hijo en el jardín, espera como yo que voltee a verte. Ya no será un rostro triste, sino un ser feliz el que te hará adiós con sus manitos.
Un abrazo puede durar algunos segundos, pero ser decisivos para toda su vida.
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