Este lunes, cuando hemos llegado a clase, nos hemos encontrado con una sorpresa.
Los alumnos se dieron cuenta que había una pequeña puerta en nuestra pared. Me llamaron a ver que decía en el cartel de la puerta. Se los leí y pregunté quién conocía al Señor Pérez, pensaron un momento y enseguida dieron con la solución: tenía que ser el ratoncito Pérez.
¡Claro! comenté yo, pues a Natalia se le había caído un diente el viernes y se ha venido a nuestra clase para enterarse de los niños y niñas que se les caen los dientes e ir por la noche a sus casas a buscarlo a cambio de unas monedas.
Están muy entusiasmados con la puerta y desean que un día se abra, pero yo les digo que yo jamás lo he visto, mejor será dejarla cerrada para que no se enfade.
Aquí les dejo el cuento del Ratoncito Pérez para que se los lean o cuenten a sus hijo/as
Pepito Pérez era un pequeño ratoncito de ciudad.
Vivía con su familia en un agujerito de la pared de un edificio. El agujero no era muy grande pero era muy cómodo, y allí no les faltaba la comida. Vivían junto a una panadería, por las noches él y su padre iban a coger harina y todo lo que encontraban para comer.
Un día Pepito escuchó un gran alboroto en el piso de arriba. Y como ratón curioso que era trepó y trepó por las cañerías hasta llegar a la primera planta.
Allí vió un montón de aparatos, sillones, flores, cuadros..., parecía que alguien se iba a instalar allí. Al día siguiente Pepito volvió a subir a ver qué era todo aquello, y descubrió algo que le gustó muchísimo. En el piso de arriba habían puesto una clínica dental.
A partir de entonces todos los días subía a mirar todo lo que hacía el doctor José Mª. Miraba y aprendía, volvía a mirar y apuntaba todo lo que podía en una pequeña libreta de cartón.
Después practicaba con su familia lo que sabía. A su madre le limpió muy bien los dientes, a su hermanita le curó un dolor de muelas con un poquito de medicina...
Y así fue como el ratoncito Pérez se fue haciendo famoso. Venían ratones de todas partes para que los curara.
Ratones de campo con una bolsita llena de comida para él, ratones de ciudad con sombrero y bastón, ratones pequeños, grandes, gordos, flacos...Todos querían que el ratoncito Pérez les arreglara la boca.
Pero entonces empezaron a venir ratones ancianos con un problema más grande. No tenían dientes y querían comer turrón, nueces, almendras, y todo lo que no podían comer desde que eran jóvenes.
El ratoncito Pérez pensó y pensó cómo podía ayudar a estos ratones que confiaban en él. Y, como casi siempre que tenía una duda, subió a la clínica dental a mirar. Allí vió cómo el doctor José Mª le ponía unos dientes estupendos a un anciano.
Esos dientes no eran de personas, los hacían en una gran fábrica para los dentistas. Pero esos dientes, eran enormes y no le servían a él para nada. Entonces, cuando ya se iba a ir a su casa sin encontrar la solución, apareció en la clínica un niño con su mamá.
El niño quería que el doctor le quitara un diente de leche para que le saliera rápido el diente fuerte y grande. El doctor se lo quitó y se lo dió de recuerdo. El ratoncito Pérez encontró la solución:
-"Iré a la casa de ese niño y le compraré el diente"-, pensó.
Lo siguió por toda la ciudad y cuando por fin llegó a la casa, se encontró con un enorme gato y no pudo entrar. El ratoncito Pérez se esperó a que todos se durmieran y entonces entró a la habitación del niño.
El niño se había dormido mirando y mirando su diente, y lo había puesto debajo de su almohada. Al pobre ratoncito Pérez le costó mucho encontrar el diente, pero al fin lo encontró y le dejó al niño un bonito regalo. A la mañana siguiente el niño vió el regalo y se puso contentísimo y se lo contó a todos sus amigos del colegio.
Y a partir de ese día, todos los niños dejan sus dientes de leche debajo de la almohada. Y el ratoncito Pérez los recoge y les deja a cambio un bonito regalo.
Y colorín colorado este cuento se ha acabado.
1 comentario:
Hola, buenas tardes. Soy Patricia la madre de Marcela, el cuento me ha parecido precioso, se lo acabo de leer a mis peques y les ha gustado muchísimo y lindísima la puerta. Besos
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