Sería estupendo que las normas y los límites se asumieran de modo instantáneo, ya que la tarea de inculcarlos consume mucho tiempo y energía. Sin embargo, nos toca asumirlas a nosotros padres y educadores y cuanto antes empecemos a trabajarlas, poco a poco, desde que son pequeños y siempre siendo nosotros modelos de conducta para ellos, conseguiremos que interioricen y asuman las normas.
¿Qué se pretende con las normas?Con ellas, se intenta establecer límites a la conducta y fijar reglas de convivencia encontrando las medidas que ayudan a desarrollar el autocontrol.
Los niños al nacer, no controlan nada de lo que sucede a su alrededor. Poco a poco, en un largo período de años, lo van haciendo hasta convertirse en personas independientes, responsables, felices y en miembros adaptados a la sociedad en la que viven. Siendo
el objetivo de las normas enseñar a los niños a hacer las cosas bien.Poner normas y límites a los hijos es un acto de amor, ya que
exige mucha entrega y dedicación –es mucho más cómodo permitirles todo lo que desean y no discutir con ellos-. Esta tarea
requiere serenidad para ser firmes sin humillarlos ni agredirlos y esto supone un esfuerzo por nuestra parte, pero todo trabajo que le dediquemos a los hijos en los primeros años de vida será tiempo ganado para el futuro. Sobre todo para que cuando llegue la temida adolescencia, ya esté el terreno abonado con los buenos hábitos, normas y respeto a los adultos.
No se puede educar sin límites, sin normas. Desde que el niño nace vivirá limitaciones y frustraciones; los padres deberán decir “no” muchas veces, lo cual supone una implicación continua y un esfuerzo permanente. En ocasiones decir “no” supone arruinar el único rato que se pasas en familia al final del día. Pero es imprescindible; no podemos renunciar a darles esa formación que les permitirá adaptarse a una sociedad con sus propias normas y sentirse integrados en ellas.
¿Cómo deben ser las normas?
SENSATAS. Deban respetar la dignidad y los sentimientos de los niños.
RACIONALES. Los niños deben comprender el sentido de las normas.
CONCRETAS. Los niños deben saber exactamente qué se espera de ellos al cumplir esa norma.
EDUCATIVAS. No solo deben indicar lo que no se puede hacer sino, fundamentalmente, lo que sí se debe hacer.
FIJAS. Deben permanecer en el tiempo, no pueden cambiarse a capricho, ni pueden depender del estado de ánimo de los padres, de la prisa o del cansancio que tengamos.2
¿Cómo conseguir que se cumplan las normas? Poner el menor número posible, solo las imprescindibles. Si son muchas, no las recordarán.
Dejar que los niños opinen y tomen parte en fijar los límites, les resultará más fácil cumplirlos.
Explicar a los niños el sentido de cada norma. Deben entender que esa norma les protege o los ayuda.
Saber que las normas deben cumplirse y, si no es así, tendrán que afrontar la responsabilidad de no hacerlo. Es necesario que sepan qué les sucederá si no la cumplen y cómo harán sentir a los demás cuando se saltan los límites.
Para que se cumplan las normas, padre y madre o tutores deben estar de acuerdo y hacer frente común. Si los niños descubren discrepancias, sabrán cómo obtener beneficio de ello. Tampoco resulta eficaz recurrir a los gritos como forma habitual de imponer los límites. En caso de ser los niños los que recurren a gritos, perretas, o ruegos no se puede ceder al chantaje y cumplir sus deseos, porque quizás se calme la situación un tiempo, pero a la larga, se volverán más exigentes y caprichosos.
Conseguir que nuestros hijos respeten las normas y límites es una tarea larga y constante que requiere paciencia y decisión. Sin embargo, con toda seguridad, merece la pena y terminará dando su fruto.
1.-" Artículos de interés", extraído de Editorial Santillana