Claude Halmos
16 de Agosto de 2.011
En su libro,
“Pourquoi làmour ne suffit pas”, (Por qué el amor no basta) 2.006 la
psicoanalista Claude Halmos, explica de forma clara y reveladora lo que para ella significa “educar”.
En esta entrevista expone su punto de vista al respecto, comenzando con una pregunta crucial…
¿Qué es un niño?
Un niño es una persona de pleno derecho, con un psiquismo tan completo como el de un adulto, con emociones tan complejas y tan fuertes como las de un adulto y con la necesidad de que les respeten y le hablen. Pero a la vez, esta persona es un ser en construcción que necesita, y esto es vital, la ayuda de los adultos. Porque un ser humano no nace civilizado, se convierte en un ser civilizado y sólo puede llegar a serlo si los adultos lo educan.
¿Por qué parece tan difícil hoy educar a los niños?
La educación, para todos los padres, es una tarea difícil, incluso dolorosa a veces. Tiene como objetivo proporcionar al niño todos los elementos para que un día pueda ser independiente, y cada avance del niño corresponde a una pérdida para los padres. El amor de los padres exige hacer coincidir el apego y el desapego. Ahora bien: si el apego es natural, el desapego no lo es.En el mundo animal, la madre abandona a su cría cuando ésta puede desenvolverse sola: si está programado por instintos. Entre los seres humanos, no está programado por instinto: la madre y el padre tiene que hacer el esfuerzo para “soltar” al niño. Esto implica ser conscientes de que es preciso hacerlo y de que se privan de algo por el bien del otro.
Muchos padres de hoy siguen bajo la influencia de una corriente que equipara educación y represión. En muchos pesa la influencia de una mala lectura de la obra del psiquiatra y psicoanalista Françoise Dolto, de cuyo mensaje se ha tenido en cuenta sólo una parte:”El niño es una persona”. Se ha olvidado la continuación:”una persona en construcción que necesita a los adultos para construirse”. Los padres tienen dificultad para conciliar el respeto por su hijo y la posición de autoridad que les corresponde y se preguntan con qué derechos pueden imponerles límites.
¿Qué necesita un niño para crecer entre los 3 y 7 años?
¡Lo mismo que necesitará toda su vida! Sentir que sus padres le quieren tal y como es, que le acepten con sus cualidades y sus defectos, que están ahí, que le acompañan, que le respetan y que le “centran”
Un niño cuyo padre es incapaz de mandarle a la cama a su hora no puede pensar que su padre le va a proteger:”Si mi padre no es capaz ni siquiera de hacerme obedecer, a mí que tengo 5 años, ¿cómo va hacer frente a un ladrón que me asuste por la noche?”
El niño necesita que le atiendan, le tranquilicen, le respeten y le “centren”. Que le centren por que los padres son también portadores de prohibiciones de tipo social, dado que la familia está abierta al mundo. Una familia donde se puede hacer cualquier cosa es una familia que vive en contradicción con el mundo
La ley del mundo interior es contradictoria con respecto a la ley del mundo exterior. Esta familia está totalmente inadaptada.
Y, por lo general, el conflicto estalla en la Educación Infantil: el pequeño al que en casa le dejan hacer lo que le da la gana no es capaz de entender que, por el contrario, en el colegio, no puede hacer lo que quiera: no puede tirar del pelo a otro niño, no puede coger las cosas de los demás…
¿Cuál es entonces esa Ley que hay que transmitir a todos los niños?
La Ley fundamental es que en toda sociedad humana se puede pensar todo y decirlo todo (dentro de los límites de respeto al otro, es decir, exceptuando la injuria), pero no todo se puede hacer, porque existen prohibiciones. Por ejemplo: un niño puede contar la historia de unos cocodrilos muy malos que se comen a ese otro niño que siempre lo está molestando, pero en realidad, por molesto que sea ese otro niño, ¡no se le puede echar a los cocodrilos!
Las prohibiciones a las que se refiere ¿a qué afectan en la vida diaria?
La ley fundamental es el respeto al otro: no se puede agredir al prójimo ni, con mayor razón, matarle. Las prohibiciones afectan también al respeto de los bienes ajenos, que no se pueden estropear ni robar.
Y también a algo que el niño irá aprendiendo progresivamente sobre la ética de las relaciones sexuales.
Evidentemente, enseñar a un niño que no todo se puede hacer implica tener presente que va a experimentar frustraciones.
Todas esas prohibiciones tiene sentido y una razón que hay que explicar a los niños para que las acepten: un niño no puede hacerlo todo ni tenerlo todo y no porque sea pequeño o malo, sino porque nadie en la vida puede tenerlo todo. No puede conseguir todos los caramelos de la tienda, lo mismo que su padre no puede conseguir todos los coches del concesionario…
Los niños a los que no se les ha explicado esto creen que, si no se les da todo lo que desean, es porque no se les quiere y, en consecuencia, se sienten frustrados e infelices. Mientras que si saben que es así para todo el mundo, no tener siempre lo que quieren se les hace más soportable.
Educar no es enseñar a no poner los codos sobre la mesa y a no meterse el dedo en la nariz. Esto es secundario. Educar es algo más fundamental: es humanizar, es enseñar al niño unas reglas que, en cualquier sociedad, permiten que la convivencia sea posible y es enseñarle a respetarlas. Lo que significa que, una vez que conoce las reglas, hay que sancionarle si las transgrede.
En su definición del niño, subraya que es “un ser en construcción” ¿Puede contarnos qué está en construcción en un niño de entre 3 y 7 años?
Alrededor de los 3 años, el niño aprende a ser limpio. A partir de ese momento, se va haciendo progresivamente autónomo en todas las tareas del día a día: lavarse, vestirse, ir al servicio, acostarse, comer…Es técnicamente capaz, si se le presta ayuda. Mientras dependa de las manos de su madre, no podará tener una imagen de sí mismo como persona de pleno derecho. El niño es como un vagón tirado por una locomotora que se llama mamá.
Cuando llega a hacerse autónomo, el niño puede acceder a la ley. En el momento en que se convierte en un ser individual, en que ya no depende de las manos de su madre, en que es capaz de ponerse en el lugar de otra persona, el niño puede comprender que no debe hacer al otro lo que no querría que le hicieran a él. Es entonces cuando hay que enseñarle las prohibiciones más importantes: no se roba, no se pega, etc.
Hacia los 4 ó 5 años (si bien varía dependiendo de los niños), descubre que tiene un sexo y sólo uno, es decir, que es niño o niña y no puede ser ambas cosas. Ser una u otra sólo tiene sentido para el niño si recibe cierta información sobre la sexualidad. Si no, “niña” y “niño” son palabras vacías.
¿Cómo favorecer este desarrollo psicológico del niño en la vida diaria?
No hay “instrucciones de uso” pero hay ciertos puntos fundamentales que favorecen su desarrollo.
1. Favorecer su proceso de autonomía.
Hacia los 3 años, un niño es capaz de vestirse y lavarse solo. Y es importante animarle a hacerlo. Actualmente veo muchos niños de 6 años que no se lavan solos y, ¡qué casualidad!, no van bien en el colegio. Porque si se necesitan las manos de mamá para lavarse, se es un “anexo de mamá”. Y cuando el profesor pregunta cuántas son 2 x 2, por más se busque la ayuda de mamá, no se encuentra… y no se sabe responder.
Tenemos que comprender que, peleándose con los botones, también desarrolla la inteligencia, porque tiene que reflexionar y encontrar trucos.Es igualmente importante para la construcción de la confianza en sí mismo: cada vez supera una etapa, se siente valorado. Y superar una etapa, es por ejemplo, lograr abrocharse el abrigo.
2. Respetar al niño y sus posesiones.
No tirar sus juguetes viejos sin habérselo consultado antes, por ejemplo.
3. Enseñarles el pudor y respetar el suyo propio.
No pasearse desnudos ante el niño, ni que el niño lo haga, cerrar la puerta del servicio,… En definitiva, respetar la intimidad de cada uno, (se refiere al ámbito público).
4. Reflexionar sobre las prohibiciones que se establecen.
Es normal exigir a un niño que se ponga el impermeable cuando llueve. Pedirle que se ponga un impermeable verde porque nos agrada este color supone darnos un gusto personal. Si los padres temen ser injustos, no tiene más que preguntarse si lo que están exigiendo lo exigiría cualquier otro padre responsable. Si la respuesta es afirmativa, significa que la exigencia es justa. Los patinazos son inevitables pero, en conjunto, un niño que vive con prohibiciones que tienen sentido adquiere el sentimiento de lo que es la ley, porque la ley es algo justo que protege.
Un niño que está sometido constantemente al capricho de sus padres corre el riesgo de creer que la ley es el capricho de cada uno y que el más fuerte siempre gana. Esto entraña problemas, en especial en la adolescencia, hasta llegar incluso a la delincuencia.
5. Acompañar su primeras relaciones sociales.
Cuando empieza a ir al cole, el pequeño puede tener miedo a afrontar situaciones del tipo “ese niño no quiere jugar conmigo, no me quiere”. Necesitará nuestra compañía para relativizarlas y aceptar el hecho de que todo el mundo no nos quiere.
Todo esto no es complicado, es accesible a todos los padres. La mayoría de los niños con dificultades las tienen a causa de una falta de referencias. Cuando se pasa revista con los padres al día a día del niño (si come solo, cómo duerme…) se descubre enseguida lo que falla. Y cuando los padres ponen las cosas en su sitio, a menudo la situación se arregla.
2.-
Claude Halmos en la Wikipedia.